-¿Y qué es lo que nos va a quedar después de todo esto? ¿Qué vamos a contar después de noches y años de estudio? …. ¿Un titulo, una casa, un carro, una vida de amas de casa con un marido exigente y varios niños malcriados?
-Quizás tengamos eso con mucha o un poco de suerte, algunas no encontraremos el marido y nos quedaremos solo con los chiquillos, debido a lo cual no habrá casa y viviremos en la casa de nuestros padres. Las mas infelices terminaremos en casa de nuestras suegras con un tipo mediocre que nos tildara de mujerzuelas dudando de la paternidad de sus hijos, viviendo de un triste sueldo de cajeras, insatisfechas, infelices y frustradas. Eso Ale depende de lo que quieras tener al final, no es tanto la casa, el marido, el coche o los niños, si no lo satisfecha que te sientas contigo misma al final de todo.
-No necesito años de escuela para sentirme satisfecha.
-Tal vez no, pero si necesitas el sabor del triunfo para sentirte plena y nadie se siente satisfecho con el estomago vacío.
No sabia en ese momento que la conversación tenía tintes de profética y que poco tiempo después Ale desaparecería en compañía de su novio adicto, quién sabe si en busca de satisfacción y nadie sabe donde diablos este en este momento. Tenía tintes de profética porque apenas ocho años después yo estoy asaltada por las mismas dudas y sin sabores de aquel entonces.
Me parece tan ilusa y falsa la idea de que una linda familia con una casa, un carro y un par de infantes me hagan sentir satisfecha al final de la jornada, pareciera que los éxitos no alcanzan a cubrir la cuota de triunfo que necesitamos los seres humanos, pues el éxito es algo tan escurridizo como impreciso, ¿De verdad una vida de logros profesionales y cumplir con la costumbre de la procreación nos hacen sentir plenos? ¿Es ese el sentido de la vida? Se que cientos y miles de personas han pasado infinidad de horas pensando en lo mismo, pero no se sabe de alguna que halla encontrado la solución al enigma. Es suficiente la felicidad propia para justificar toda una existencia o buscamos justificar nuestra existencia con un poco de felicidad.
Jamás pude verme a mi misma como una sonriente ama de casa y madre, pero nunca me vi tampoco como una “experta en informática” y termine siendo una patética imitación de una de ellas. Me vi de maestra y afortunadamente desistí a tiempo, me pensé médico pero no me alcanzo la vocación siquiera para intentarlo, me soñé escritora y ahora se que no tengo manera ni madera, entonces ¿De dónde diantres voy a sacar el sabor de triunfo y como haré para sentirme satisfecha?
Ahora es que me vengo a dar cuenta que si bien no se siente una satisfecho con el estomago vacío, tampoco tener la panza llena significa satisfacción. Entonces es esa sal y pimienta de todos los días lo que hace que la vida valga la pena… ¿es de verdad eso?