11.27.2006

Narnia y sus crónicas


Ustedes no se ven todo lo felices que quiero que sean

Todos logran lo que quieren: no siempre les agrada.

A menudo, al crecer, nos olvidamos de lo bello de los cuentos de Hadas, y es que, de a poco nos envolvemos en lo que es nuestra realidad, dejamos de soñar, de creer… dejamos simplemente de imaginar, de modo, que llega un día, en que olvidamos donde quedo la llave del ropero aquel en el que, por muchas razones, encerramos a nuestro niño interno, y ese día ya no creemos mas en las Hadas madrinas, las princesas encantadas, los reyes, los unicornios o el ave fénix. Escuchamos esas historias y sonreímos con ironía ante las caras asombradas de los niños que aun creen, niños que obviamente son mas felices que nosotros mismos.

Aprendemos - y aprendemos muy bien- que uno no puede vivir en mundos de fantasía donde los caballeros luchan unas cuantas batallas y son felices para siempre, después de conquistar naciones y matar dragones.

En medio de todo eso es difícil mirar con ojos de niño un buen cuento de Hadas.

Yo me tope con uno, uno sumamente bueno: Las crónicas de Narnia. Sé de más de un grinch que piensa que son tonterías, y conozco a uno que sonríe irónicamente pensando que debo estar demasiado dañada para leer esas cosas. Pero es una historia verdaderamente linda: un mundo diferente al nuestro, en el que las brujas vuelven el invierno eterno y nunca llega la navidad, en el que los faunos son amables y los árboles tienen dríades, y los hombres son reyes de innumerables animales que son libres e inteligentes y por tanto pueden hablar. Un mundo tutelado amorosamente por un león sin igual, que por cierto se llama Aslan. Este mundo en el que de vez en cuando los Hijos de Adan y las Hijas de Eva – niños lo suficientemente inteligentes como para creer en Narnia y Aslan, por supuesto - corren aventuras entretenidas y envidiables. Creo que es una historia para niños que los grandes deberíamos leer. Tiene una frescura en la narración envidiable -claro que eso la vuelve amena para los niños y complicada para los adultos amargados- y una manera de entretejer los hechos a lo largo de los cinco libros que te sorprende a cada vuelta de página, es uno de esos libros que si lees con cuidado estarás riendo sobre sus páginas y llorando con ellas.

No sé porque no lo leí cuando era una niña, pero me alegro de habérmelos leído ahora. Ese Aslan me recuerda tanto a Chucho.... y el último de los libros me recuerda tanto ala clase de sociedad que somos ahora. En fin que es bello como pocos.

He de reconocer que a S.C Lewis se le nota la influencia del cristianismo en cada pasaje, pero con cierta crítica entretejida entre las letras de la historia. No hay en Narnia enredados líos o casos tipo Holmes, pero hay en cambio un lindo cuento de Hadas en la que cualquier persona juiciosa encontrara entretenimiento y cualquier niño inteligente –casi todos lo son- diversión

11.05.2006

Otra cansión

No son las noches de delgadillo, pero es hermosa... mmm... mi novio la detesta, mi mamá la adora, a mina le gusta, cierta casa televisora la odia y a mi, bueno a mi no me importa eso, solo sé que me encanta y aunque la cancion es del señor Bon Jovi, al español y con esta fulana me parece buenisima.
Como Yo Nadie Te Ha Amado - Yuridia
Como yo nadie te ha amado

Yo no vi las flores marchitar,
ni ese frío en tus ojos al mirar,
no, no vi la realidad,
me ibas a dejar.

Dicen que la vida no es como la ves,
para aprender hay que caer,
para ganar hay que perder,
lo di todo por tí.

Lloré y lloré y juré que no iba a perderte,
traté y traté de negar este amor tantas veces, baby.

Si mis lágrimas fueron en vano,
si al final yo te amé demasiado,
como yo, como yo, nadie te ha amado.

Cada hora una eternidad,
cada amanecer un comenzar,
ilusiones nada más,
qué fácil fue soñar.

Tantas noches de intimidad,
parecían no acabar,
nos dejamos desafiar,
y hoy nada es igual.

Sé que en verdad el amor al final siempre duele,
no lo pude salvar y hoy voy a pagarlo con creces, oh.

Si mis lágrimas fueron en vano,
si al final yo te amé demasiado,
como yo, como yo, nadie te ha amado.

Esta vez la pasión ha ganado,
y por eso, sigo esperando,
como yo, como yo, nadie te ha amado.

Lloré y lloré y juré que no iba a perderte,
traté y traté de negar este amor tantas veces, oh no.

Si mis lágrimas fueron en vano,
si al final yo te amé demasiado,
como yo, como yo, nadie te ha amado.

Esta vez la pasión ha ganado,
y por eso, sigo esperando,
como yo, como yo, nadie te ha amado

11.01.2006

Algo que recordar

Ella se afanaba todos los años en poner una altar al abuelo, su difunto marido. Yo era una niña, y aprendí de ella a esperar con ansía los primeros días de noviembre. Sabía que era tiempo de hacer banderillas de papel picado y buscar el mantel blanco, cuando llegaba con un montón de figurillas de dulce: calaveritas, muñequitas, replicas de panecillos de azúcar, coronillas funerarias, imitaciones de típicos y deliciosos platillos mexicanos. Entonces, a mi me tocaba ir a la tienda con 20 pesos y comprar cacahuates, manzanas, guayabas, mandarinas, una coca cola de vidrio y un par de velas. Todo quedaba listo y era momento d poner el altar. Era la mañana del 31 de octubre y cada pieza en el altar era dispuesta entre anécdotas del abuelo fallecido cuando yo era un bebe de pañales y el aroma del chocolate para festejar el cumpleaños de mi madre. La abuela me contaba cuanto le gustaba a mi abuelo la fruta, cuanto me quería y como reía de mi cada vez que iba a dar al suelo en mis intentos por aprender a caminar – Cuando me levante de esta cama voy a llenarte la casa de colchones, para que no te duela tanto- me decía poco antes de que el cáncer acabara con él. Acomodábamos los dulces en al alter mientras recordamos a 'Chelita' cuando decía antes de comer a su papá –Papá, no tienes ganas de una coca?, si quieres yo te la invito. Nada mas dame dinero para ir a comprarla. Mi abue me contaba entonces como su hija murió de sarampión y yo no podía creer que esa niña que me sonreía a blanco y negro desde la foto del altar fuese mi tía. A mis 21 años, a veces extraño a mi abuelo, al que apenas conocí, de vez en cuando pienso en esa niña fallecida tan joven y siento que en verdad fueron parte de mi vida, y es que mi abuela me los traía de regreso cada día de muertos, decía que pusiéramos un vaso con agua dulce en el altar, para que pudieran endulzarse la boca, porque el camino de la muerte es amargo, me aseguraba que venían a comer los tamales y a protestar porque la coca no estaba bien fría. El nuestro nunca fue un altar de siete escalones ni con todos y cada uno de los aditamentos que dicta la tradición, pero no hubo un año en que no encendiéramos las velas para alumbrar la visita de su marido y su hija.
Hace un año no puse al altar con ella, recuerdo que vino por la tarde del día 31 a dejar la coca de vidrio en el altar que yo levante con mis hermanos. Este año no vendrá, y este año tampoco fui a la tienda por las viandas, este año no escuche las historias porque estaba trabajando y mi abuela no estuvo para recordarme que el día de levantar el altar. Anoche, cuando llegue a casa y vi en al altar de muertos que levanto mi madre la foto de mi abuela, los recuerdos vinieron de a poco y me di cuenta que al altar le faltaba la coca de vidrio y una pizza para la abuela, tampoco estaba el agua con azúcar… y mañana será ella la que visite el altar y nosotros iremos a dejar flores a una tumba y hablaremos de ella y diremos cuanto la extrañamos y habrá seguramente muchas lágrimas, como las que hubo anoche en mi casa y seguramente como las que hubo en casa de las tías.
Mañana es la fiesta de los difuntos y a pesar de lo triste de no tenerla le agradezco, entre miles de cosas más, que me enseñara a recordarla aun después de que nos dejo