9.17.2006

Notas inconclusas

“Cuando mueren las personas, no se van de golpe. Las vamos olvidando en pedacitos, de a poco. Primero olvidas su olor, su sonrisa, sus palabras, así hasta que un día no recordarías su rostro de no ser por las fotografías”

Más o menos eso dice cierta bella película. Yo creo además que nunca se puede decir adiós del todo y que el dolor no se va, es solo que uno se acostumbra a él de a poco. Puede que olvidemos los detalles de las personas pero no las olvidamos a ellas mientras en nuestro diario actuar llevamos las huella indudable de los años vividos al lado de quien se fue, mientras siga viviendo en amor o dolor una parte de esas personas dentro de nuestro corazón, no se van. No se van porque no se puede dividir el amor, porque el amor no se olvida, y aun cuando todos los ciclos deben terminarse no se comienza uno nuevo dejando de lado la experiencia del que se cerró.

Duele decir adiós pero duele mas seguir andando.

Dicen que cuando dos personas se despiden, es mucho mas difícil para el que se queda, porque debe vivir cada momento al lado de los recuerdos, porque quién se queda recuerda a el que se fue al andar por los caminos que recorrieron juntos, al sentarse en la banca de siempre, al mirar una cama vacía, unos lentes sin usar, una silla de ruedas o una tienda funeraria. Y es que ¿Cuántos recuerdos se pueden albergar en toda una vida, en un espacio tan basto como el mundo? Quizás por eso duele más cuando se dice adiós sin la esperanza de que la casualidad nos vuelva a reunir, y es que la muerte no da cabida a la mas leve ilusión pues es el único adiós verdaderamente definitivo y quienes se quedan en el mundo, tienen toda una vida de detalles para revivir.

Es curioso como los más pequeños detalles son capaces de comenzar un mar de llanto, y es más curioso aun descubrir que la más inmensa soledad cabe en un pequeño cuarto vacío. Es irónico tratar de encerrar la soledad con un candado y las lagrimas con una sonrisa.

Hay guerras importantes y difíciles, pero como se mide la victoria cuando se trata de luchar por mantener unida una familia herida.

La vida nos toma siempre por sorpresa, y la muerte nos toma siempre, siempre…

No hay dos personas idénticas en este mundo, por eso creo que nadie vive los sentimientos de la misma manera, a nadie le duelen igual los adioses y no todos se despiden con los ojos llenos de lágrimas. Yo sí, yo no se decir adiós a secas, pero si a escondidas.