En ese orden.
Quién diaria que tantas aspiraciones de súper ejecutiva female fatale terminarían en algo tan simple y llano como una desesperada necesidad de tiempo para cocinar y escribir. No hago ninguna de esas cosas bien, pero soy obsesa y me muero por intentar el cumulo de recetas que he visto por aquí y por allá... Lo bueno de no tener tiempo de cocinar es que aún ando por el mundo presumiendo mis 55 kilos y sintiéndome poderosa y feliz cuando los desconocidos me ven con cara de lujuria (yes!!)
Para ser sincera también quiero tiempo para plantar lechugas y tomates en el mini jardín del frente, sembrar tiestos de flores rojas y rosas blancas, y poner con mis propias manos el piso de piedra como lo vi aquí. Aun no terminamos de pintar el baño, ni la cocina, ni la recamara. Todo está a medias. La recamara tiene dos paredes rojas, una melón y una rosa, al menos el intento de closet funciona. La cocina es medio verde pero de tan malos brochazos parece un cuadro surealista. Además de que a punta de descuido, nos están colonizando unos bichos negros, chimes nefastos del mal, andan por ahí apoderándose de mi abandona cocina y obligándome a morir de asco y comer en platos desechables cada vez que descubro uno.
Necesito mas noches para terminar de ver las películas sangrientas que están aun sin estrenar y con el precio de la tienda encima…
Pero ya casi acaba, solo tengo que sobrevivir hasta la segunda quincena de diciembre y después dejarme perder en las navidades…
Soy tan simple.