4.22.2008

77-1 Diario de una buena vecina, Doris Lessing

Me gusta leer a mujeres, creo sinceramente que ellas ven el mundo desde un ángulo único y a base de pluma y tinta lo plasman lleno de emociones y encanto.
Sabe riquísimo saborear el mundo desde la perspectiva de las buenas escritoras y esta mujer, desconocida para mí hasta el año pasado, escribe con una sazón entre agridulce y natural; muy buena.

Este libro es un retrato polifacético de la feminidad. Parte del punto de vista de una mujer trabajadora, viuda, independiente y relativamente joven que por azares del destino se vuelve amiga de una anciana solitaria y gruñona.
Jane es el perfecto cuadro de una mujer que disfruta su independencia, su vida y por supuesto su juventud, una mujer que siempre se mantuvo alejada de las dolencias comunes de la existencia, como la enfermedad de su esposo o la muerte de su madre, no porque no le importara si no porque las veía lejanas a ella, inconvenientes que tal como llegaron a su vida, se fueron. La señora Maudie es una anciana verdaderamente sola y enferma, con un marido ausente que desapareció de su camino hace mucho y un hijo robado al que sencillamente perdió.
Imaginaos ahora el contraste fantástico que Doris Lessing creo en una relato sobre la amistad de estas dos mujeres, su paso por la vida y su relación con las otras caras de las féminas; la anciana dulce y activa, la madre abnegada y comprometida, la esposa trabajadora con un marino que le pinta perfectamente el cuerno….
La autora nos pone de frente con un aspecto de la vida que nuestra cultura pretenciosa deja de lado, la senectud es una triste etapa de la vida para quienes llegan a ese punto del camino solos y un punto demasiado lejano para quienes sentimos que la juventud es una etapa perpetua.

Dice Oscar Wilde que lo malo de la vejez, no es ser viejo, si no haber sido joven.
En este particular momento de mi vida creo que a los 40 seré anciana, pero mis amigas de cuarenta se sienten plenamente jóvenes, es decir, sin importar el punto de la vida en que estemos la vejez siempre nos parece algo lejano, hasta que en determinado momento se instala para acompañarnos hasta la muerte, y no es un camino precisamente corto dado el aumento creciente en la esperanza de vida.
Llegara un día en que nos tome media hora salir de la cama, no por flojera o sueño si no por la sensación de que tu cuerpo simplemente no te hace caso, llegara el día en que no podemos limpiar nuestra casa, aun cuando quisiéramos no depender de nadie, llegara el día en que tendremos tantas cosas por decir pero nadie que nos escuche… somos jóvenes, esas cosas no nos pasan, sin embargo en este libro de siente la invalidez y se ve de cerca la realidad de los adultos mayores en un mundo que se esfuerza por mirar hacia otro lado….

Pd- Para verdaderas criticas y reseñas literarias, puede usted consultar a google o a La Casa Abandonada, esto es solo una aproximación desde el punto de vista de una escritora frustrada, cualquier parecido con la realidad es mera fe de erratas.

4 comentarios:

Acho dijo...

Señorita Lía, qué placer enterarnos de sus andanzas literarias. Si anda leyendo y escribiendo, yo ya me siento feliz por usted. Creo que eso constituye por lo menos un cuarto de la felicidad que podría desearle.

Agradezco enormemente la buena imagen que das de La Casa Abandonada (que por cierto le hemos cargado un par de artículos nuevos!), la cual al fin de cuentas no es sino el esfuerzo de dos escritores aficionados por decir algo medianamente inteligente.

En cuanto a la Señora Lessing, imagino que la obra debe ser interesante, así se ve según tus palabras. Yo tb estoy leyendo, de un modo muy poco constante, una obra suya: La grieta. Es una elucubración bastante fantástica sobre el inicio de las relaciones entre hombres y mujeres. Trataré de hacer una reseña de la misma, ya que le gustan las cosas de la Casa Abandonada.

Abrazos gatunos.

Otilio Herrera dijo...

Vaya, vaya... cuánta modestia en la nota final.

Desde El viejo y el mar del maravilloso Ernesto, hasta esta obra que nos citas, hay algo que nos hace pensar que la vejez es una etapa llena de contrastes. Hay mucho más que ver hacia atrás que hacia adelante; en eso es a la vez rica y deprimente.

Personalmente espero morirme a los 50. Uno nunca sabe... Después de todo, que tal si me encuentro un retrato de Dorian Grey. Ja, ja, ja.

Un abrezo fraterno

OTI

Capitana Patricia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Acho dijo...

Morirte a los 50, Don Oti?

Imposible! jajaja, yo con suerte, a esa edad recién voy a empezar a sentar cabeza...

PS. El comentario suprimido era mío. Me pasa por usar computadoras ajenas que termino posteando con cuentas tb ajenas!