9.22.2010

Soy una Floja

Podría decirlo de manera más elegante, pero prefiero que el mundo piense que soy una niña bien educada, aunque floja. Esto del bicentenario de México solo me movió un pensamiento; que voy a responder cuando mis nietos pregunten, ¿Qué estabas haciendo en el bicentenario? La primera vez que me asaltó la idea me hice el firme propósito de, por primera vez en muchísimos años, ir a una plaza y gritar viva México y todos los demás monitos. Pero no lo cumplí. Claro que me di una vuelta por el centro de la ciudad, pero era un verdadero hormiguero y me puso de malas, fui pisada, aventada, apachurrada, manoseada y demás. Ugh! Me nefastean las conglomeraciones. Así que, en chorro mil años, cuando me pregunten los chamacos qué hacía en el bicentenario, diré; no, no estaba dormida, estaba en vela por la indigestión de los guajolotes y guaraches que comí esa tarde.
Y volviendo al inicio, soy floja. Me da una pereza enorme volver a hablar de lo ilógico que es esto de la celebración de una independencia mal lograda y peor vivida, de una revolución de mentiras que solo cambio de manos lo que estaba mal, de lo malo y lo peor de ser mexicanos en este México violento. Sí, probablemente soy directa descendiente de la malinche, pero y ¿qué? Evidentemente no voy a ser mejor mexicana por gritar unos vivas, y ni siquiera he decido aún si el patriotismo es algo que valga la pena fomentar.
¿Qué México me gusta? El de la gente que marca el paso para el cambio, el de las familias unidas, el de los contrastes, el de los magníficos paisajes y añejas tradiciones, así que ignorare este México que se empeña en festejar donde no hay alegría ni victorias, y sí, voy a ser floja y a dejar de lado los vivas hasta nuevo aviso.

2 comentarios:

Otilio Herrera dijo...

:D

El México que nos da tardes lluviosas, como una moneda con dos caras. Hoy se desgajó un cerro en un pueblo donde tengo algunos amigos. La solidaridad se hace presente en la desgracia. La llovizna nos vuelve a cubrir protectora después de asestar un duro golpe.

No hay mucho que celebrar. Tienes razón.

Otilio Herrera dijo...
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