3.24.2006

Desvarios diluvianos

Afuera llueve y a 20 minutos de mi hora de salida no pienso comenzar a leer un nuevo capitulo de 20 hojas de un manual en ingles. Ya alguien me hizo ver porque es que llueve y una mala película me recordó que Dios también esta en la lluvia. Hasta mi lugar en la oficina se cuela la frescura de la lluvia que moja la tierra… es un aroma fresco mezclado con verde; verde fresco, o mojado según acomode mejor.

Los mejores recuerdos de mi vida tienen que ver con la lluvia también los más tristes.

Mi bisabuela solía gritar a pecho vivo; ¡Saquen la ropa a los tenderos! Y así, cada vez que un buen aguacero se anunciaba en el cielo, la ropa se disponía a ser “blanqueada”, pues, según mi abuela, nada hay mejor que la lluvia para devolverle la pureza a la tela, en especial a los blancos. Si eso hacia la lluvia con trozos de tela; ¿Qué no hará con los espíritus atentos? Tal vez baste con tender a la memoria los recuerdos que duelen y los sentimientos atorados, exponerlos a la lluvia para que los lave y llene de nueva frescura.

Esa frescura que ahora se cuela en el ambiente, flotando y humedeciendo los rincones y a quienes se esconden en ellos.

¿Hay algo mas bello que la lluvia? posiblemente si, es solo que las tardes de lluvia me hacen añorar la apacible caminata de dos amantes ente las prisas de una ciudad atareada por guarecerse de la belleza que ellos disfrutan, anhelo comer de nuez en una tarde lluviosa y al resguardo de un viejo árbol, andar sin importar cuan empapada termine a cada paso, extraño los abrazos de despedida bajo la inclemencia del tiempo y la vida, las risas de adolescente a la hora del descanso entre clase y clase cuando la lluvia no cesa y los charcos dejan mojar al amigo y empapar el enemigo ante la impotente mirada de los profesores.

Tal vez sea que la lluvia alcanza cada parte de mi que trato de ocultar y por eso me asaltan estas tremendas ganas de llorar por todo aquello que se fue, al igual que la gotas que resbalan por la ventana sin que nadie pueda detenerlas. Tal vez sea que la lluvia lava las penas del mismo modo que blanquea la ropa. Y quizás por eso, cuado escampa me siento tranquila, plena… feliz.

El ingeniero me dijo al pasa: -¡Niña tienes cara de mujer satisfecha! Uno mas tercio; Si, te vez tan feliz como después de una buena noche. No pude menos que reír con ellos y argumentar que se debe a que es viernes.

Yo no sé que cara tenga una mujer después de una noche “plena”, pero si estoy feliz y probablemente mi cara es la de una niña feliz; una niña que se maravilla ante la simpleza de la lluvia.

6 comentarios:

Acho dijo...

Es curioso que, estando tan lejos, ambos nos encontremos bajo un respectivo diluvio. Hay agua para todos, aparentemente.

Lluvia y ausencias, lluvia y recuerdos, lluvia y renovación parecerían ir tan bien como la hamburguesa y las papas fritas. Todo depende del cristal con el cual nuestros ojos decidan mirar cada lluvia.

Y así, entre recuerdos, blanqueamientos y satisfacciones, sólo como anécdota lluviosa te cuento que dicen por ahí que no hay ciudad más triste que Venecia cuando llueve.
Agua por arriba y agua por abajo no deben ser una muy buena combinación.

Saludos humedecidos.
El Tigre Blanco.

Otilio Herrera dijo...

Dirás acaso que fue una coincidencia... mientras leía tu texto, el cielo se nubló; al poco rato cayó una lluvia ligera que refrescó a mi bella ciudad.

Bendita seas que sigues alegrándote con las simplezas de este mundo. Gracias por regalarnos tus palabras. Por lo que veo, ahora le dedicas un poco más de tiempo al blog, tiempo y líneas... ¿axaso el gatito tiene algo que ver? ;) Jijiji

Y como dijimos en una ocasión:

It rains because we should know that God also cries...

Lia dijo...
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Lia dijo...

Hay lluvia para todos, recuerdos para todos, tristeza para todo… vida para todos.
Decía mi amiguito Alonso; “Thalí, hay personas que encuentran cierto dolor en el placer, y otras que encontramos cierto placer en el dolor”. Yo quiero pertenecer al segundo grupo, no por ninguna parafilia oculta (espero) si no por el mero placer de sacarle felicidad a cualquier cosa, así que. Sinceramente gatito, espero estar de paseo por Venecia cuando llueva por el mero placer de suspirar pensando en quien sabe quien al ritmo de la lluvia y Venecia sin ti…. Por cierto ¿al tigre el agua también lo blanquea?

Y bueno Ramón, si el gatito tiene que ver porque alimenta mi vanidad y juntos reconocemos el inmenso ego que nos une, creo que tu bien puedes entrar en el grupo, dice el Tigre que todos los escritores son ególatras… así que a ustedes les alcanza perfectamente la pedrada . (Sí, solo a ustedes). Además mi niña interna no me deja en paz si no le cumplo las promesas. Mi bisabuela un día me dijo que llovia porque Dios se estaba lavando las manos, la siguiente tarde salí al patio en medio de un inmenso aguacero, además de que pesque un considerable resfriado, por mas que mire al cielo no pude ver las manos de dios, pero me quedo en mente la idea de que la lluvia y el viento son una caricia de Dios….

Acho dijo...
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Acho dijo...

En mi casa decían que cuando llovía era porque San Pedro dejó abierto el grifo. Y si tronaba, era que estaban moviendo los muebles en el cielo.

La verdad que no sé si la lluvia blanqua más a los tigres blancos, pero podría probar en la próxima lluvia. ;)